lunes, 16 de agosto de 2010

Circuito siete de Tim Leary

En este nivel se supone que la mente se hace consciente del diálogo del propio DNA dentro de lo vivo. El proceso de modelado del archivo biológico fundamental se hace visible. Todas las especies forman parte del único organismo, la Vida. Es indudable que nuestro programa genético es más sabio y poderoso que cualquier sistema nervioso individual.

Quizás sea en este estado donde espacio y tiempo se combinan para formar un universo-bloque tetradimensional. Desde este punto de vista, cada uno de nosotros, al provenir de una célula de nuestros padres, estamos conectados en el espacio y en el tiempo formando un único ser que se ramifica en una dimensión temporal. Nosotros nos sentimos separados unos de otros porque no somos conscientes de ser secciones tridimensionales de un organismo cuatridimensional. Corta un donut por la mitad: verás dos círculos separados en el plano bidimensional del corte, pero lo que hay en la realidad tridimensional es una mitad de donut. Véase el genial libro La Cuarta Dimensión de Rudy Rucker para profundizar en el tema.

Son los que llegan a este nivel los que hablan de inmortalidad, reencarnación, memoria de vidas pasadas, profecías del futuro. En toda cultura ha existido profetas y en ocasiones se ha demostrado la calidad de las predicciones de estos; no estamos hablando de charlatanes, sino de personas muy evolucionadas. Tampoco debemos ignorar los casos de OBE (Out of Body Experience), viajes fuera del cuerpo y NDE (Near Death Experience), muerte clínica.

En todos los ejemplos hay una trascendencia de lo temporal. Lo sincrónico se sitúa por encima de lo causal. He aquí una posible justificación del I Ching y resto de oráculos basados en el "azar".

Los "archivos akáshicos" de los teósofos, el "inconsciente colectivo" de Jung, o el "inconsciente filogenético" de Grof y Ring no son más que metáforas para describir este circuito. Los dioses y diosas, los espíritus animales y todos los arquetipos residen aquí, donde se establece contacto con lo que podríamos llamar Inteligencia Mítica.

La droga activadora sin duda alguna es el LSD, vieja conocida del Dr. Leary. Peyote y psilocibina podrían tener cierto componente de VII. Son frecuentes las descripciones de viajes que tienen duraciones subjetivas de miles de años, en los que un instante se alarga hasta el infinito, etc...

En las enseñanzas yóguicas no aparecen ejercicios concretos para acceder a este estado; se llegaría a él espontáneamente después de mucha experiencia dentro del VI circuito.

El sentido evolucionario de este circuito sería el de dar un salto cualitativo dentro de la consciencia del Ser.

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